La inflación argentina se dispara al nivel más alto en años, en Buenos Aires
El carnicero Héctor, de 59 años, entrega carne a un cliente, mientras le paga en su tienda, mientras la inflación en Argentina alcanza su nivel más alto en años, lo que provoca que los precios de los alimentos se disparen, en Buenos Aires, Argentina, el 13 de septiembre de 2022. Reuters

Los argentinos sienten cada vez más el impacto de una de las tasas de inflación más altas del mundo, con aumentos anuales de precios cercanos al 100 %, lo que pone a prueba los presupuestos de las personas, ya que el costo de los alimentos, el combustible y los servicios supera con creces los salarios.

El país sudamericano, que ha lidiado con una alta inflación durante años, anunciará los datos de enero el martes, y se espera que la inflación mensual se acelere a alrededor del 6% y la cifra de 12 meses se acerque a los tres dígitos.

"La verdad es que vivo el día a día, busco precios bajos, voy a los mercados. Buscamos dónde la carne es más barata, las verduras son más baratas y buscamos promociones en línea para salir adelante", dijo Gisella Saluzzo, 30 años, médico en Buenos Aires.

La inflación desenfrenada ha pesado mucho sobre la economía, obligando al banco central a subir las tasas de interés a un 75 %, y ha dañado la popularidad del gobierno peronista de centroizquierda del presidente Alberto Fernández.

Eso podría ser clave de cara a las elecciones generales de octubre, con la oposición conservadora a la cabeza en las encuestas. Los argentinos están hartos de la inflación y muchos culpan a la mala gestión económica y la impresión de dinero por parte del gobierno.

Brian Muliane, un quiropráctico de 33 años, dijo que entre la inflación y los impuestos, su negocio luchó por sobrevivir.

"En nuestro trabajo, entre pagar una cosa y otra, junto con los impuestos, nos están ahogando", dijo. "Hay muchos que ni siquiera pueden trabajar".

La inflación, que finalizó 2022 en un 95% e incluso podría acelerarse este año pese a las medidas gubernamentales para limitar las subidas de precios, ha obligado a muchos a cambiar sus hábitos de compra y recortar lujos.

"Hay cosas que he dejado de comprar porque digo que no, que es imposible que aumente así", dijo la maestra Andrea Mendoza, de 50 años, mientras salía de compras. "Entonces no compro algunas cosas, cambio hábitos o compro ofertas".